Aristóteles dijo:
Enojarse con la persona correcta, en la intensidad correcta, en el momento correcto, de la forma correcta y por el motivo correcto, no es fácil.
Esta técnica, compuesta por cinco elementos, fue citada por un gran filósofo hace dos mil seiscientos años. Se dice, que esta técnica nos puede guiar para controlar las emociones.
Marco Aurelio dijo:
¿Cuánto más penosas son las consecuencias del enojo, que las causas que la producen?
¡Cuánta razón tenían!
¿Cómo puedo saber si es la persona, la intensidad, el momento, la forma y el motivo correcto?
Para cuando haya conseguido analizar todo eso, ya se me habrá pasado el disgusto o el enfado. Quizá sea esa la respuesta. Si dejo pasar esa emoción que me está enojando, antes de acabar de analizar, probablemente, no sea correcto ninguno de los cinco elementos que propone Aristóteles. O puede que no sean todos, si no, alguno de ellos.
Ej: Estoy en una comida familiar, festejando mi cumpleaños. Espero ansiosa a recibir el regalo de mi madre, un regalo pactado. Para mi sorpresa, no es lo que quería. Consecuentemente, me enfado. Me pongo nerviosa, ansiosa, elevo la voz, e incluso me decepciono. Y lo hago porque habíamos llegado a un acuerdo. Mi regalo sería algo que necesitaba y prometió comprármelo por mi cumpleaños.
Debería analizar si es la persona correcta. ¿Pero quién es la persona correcta?
¿Es correcta la intensidad de mis emociones? Si me paro a pensarlo, si lo analizo objetivamente, es obvio que no. No es el momento correcto. Los conflictos y las discusiones, nunca deberían ser en público.
Bajo mi punto de vista, es una falta grave de respeto, que roza el insulto. Anulas a la otra persona, la hieres. Y no es un combate. Es un regalo, al fin y al cabo. Quien pide no elige, dicen.
Dicho lo anterior, confirma que tampoco es la forma correcta de solventar un conflicto. Una discusión no tiene por qué ser negativa. En cualquier caso se debe dialogar.
Y evidentemente, no es el motivo correcto por el que comportarse como tal.
Me enojo y me frustro, porque una de las razones por las que asisto a esa celebración es, precisamente, que me obsequien con algo que quiero y no me dan. No se cumplen las expectativas.
Pero todo lo demás sigue en su estado natural. Y reprimiéndonos, empeoramos las cosas.
Y no prestamos atención, si quiera, a lo que nos están ofreciendo, que bien podría ser, algo incluso mejor que lo que estábamos esperando. No disfrutamos de las personas allí presentes. Creamos una situación incómoda, para todas-os.
Y con esto se confirma lo que dijo Marco Aurélio.
¿A caso no es penoso enojarse hasta tal punto, que somos incapaces de ver la realidad? ¿De conectar con nuestras emociones y disfrutar del aquí y ahora?
¿Cuántas personas conocéis con una mente brillante, que lleva una vida mediocre?
Mejor aún, ¿Cuánta, que a pesar de su elevado intelecto, está bajo el mando de una persona con un nivel intelectual medio-bajo?
Un ejemplo sobre estas cuestiones:
En una isla desierta, se encuentran dos personas con niveles muy distintos de inteligencia.
Una, conoce como sobrevivir en el entorno. Conoce técnicas de caza, de pesca, como construir un refugio, como orientarse. La otra, tiene una capacidad para controlar las emociones de una forma extraordinaria.
Si la primera, tras el naufragio, se vuelve temeroso, ansioso, tiene miedo, siente angustia, etc, difícilmente podrá sobrevivir si se reprime. El que posee una gran capacidad de control sobre sí mismo, desconocerá las técnicas, pero se pondrá en marcha al instante y será capaz de encontrar soluciones efímeras, aunque positivas, porque de alguna forma u otra le ayudarán a sobrevivir. Por lo que acabará controlando la situación, e irremediablemente, arrastrará a la otra persona a actuar, y así absorber todo su conocimiento, aunque sin esfuerzo.
La primera persona acabará, de una forma pasiva, bajo las órdenes de esa, que peyorativa y comúnmente, en el siglo XXI, llamaríamos “Happy Flower”, “Pánfilo”, “Tonto el haba”, o alguien que vive “en los mundos de yupi”.
(Las emociones condicionan y generan, en una persona con un nivel intelectual elevado, el bloqueo, de una forma tal, que a la hora de desarrollar y poner en práctica las habilidades que posee, se ven coartadas, por lo que el rendimiento final es inferior al que debería ser).
Los científicos proponen que lo que diferencia que un animal sea más inteligente que el otro, es la capacidad que tenga para adaptarse al ambiente/entorno.
Por lo que a mí respecta, ese “tonto el haba” no es menos inteligente que cualquiera.
Este estudio debería aplicarse en la educación desde pequeñas-os.
A menudo se tratan las emociones con ignorancia, llegando a descalificarnos injustamente.
Si en un momento concreto de mi infancia, algo me aterra y las-los demás niñas-os se burlan, y los adultos me acusan de miedica, me estarán incapacitando y reprimiendo una parte importante de mis emociones y de mi sentir. Provocando un conflicto, en mis actitudes o comportamiento, en mi vida adulta. Y digo adulta, porque es el momento de mayor esplendor. Donde se conoce realmente lo que nos caracteriza, donde descubrimos cual es nuestro mecanismo de defensa y nuestro núcleo de carácter. Lo que nos hace comportarnos de tal forma, a lo largo de nuestra existencia.
Por eso debe ponerse en práctica en la educación, para así poder detectar qué elemento está fallando, dentro de la motivación y poder alcanzar una motivación completa.
Las personas no aprenden de la misma manera, por lo que las bases de la educación, deberían ser distintas y adaptarlas, según convenga. Estoy segura de que se incrementaría el nivel de conocimiento y de crecimiento. O lo que es lo mismo, en el campo de la educación escolar, un decaimiento del fracaso escolar.
...
Todo esto y mucho más, está basado en la teoría de La Inteligencia Emocional.
Pero hasta aquí por hoy, sobre la Inteligencia Emocional.
A ver si me animo y os cuento un poco más. En la siguiente parte, mencionaré las distinciones entre la mujer y el hombre. A mí me ha ayudado a comprender esa gran diferencia, que solemos denominar como “la simplicidad del hombre y la complejidad de la mujer”, en cuanto a emociones. Las físicas nos las sabemos de memoria.
He dicho a ver si me animo, porque este apartado hay que tratarlo con cariño. Y a mí, me cuesta un poco, todavía. Algunas-os ya lo sabéis. Aunque cada día me cuesta un poco menos.
Esto está basado en un documental, que tuve la oportunidad de ver hace algunos años.
Si habéis llegado hasta aquí, es que sois buenxs lectorxs.
Mil gracias por vuestro tiempo.
Besos y abrazos en la levedad de mi cuerpo vencido, pero cálidos.
La niña Lola(finita).