Los pensamientos se me escapan como lluvia por la obertura de la nariz.
Una corriente dejó abierta la puerta y ésta golpea las paredes de la meninge.
El estruendoso eco que provoca el repicar de los portones provoca una agitación masiva; alterando las ideas.
Ni siquiera la mucosa consigue actuar como filtro y detenerlas. La situación hostil las espanta. Huyen, se escapan, se escurren, son absorbidas por el aliento ajeno. Algunas permanecen volátiles en mi entorno, persiguiéndome. Como si estuvieran unidas a mí por un hilo invisible, son pensamientos aerostáticos.
Otras son inhaladas por los caminantes noctámbulos. Aquellos que gozan de buena suerte. Los que no necesitan pensar. Y se le aparecen como un golpe de fortuna, como una gran idea. A quién no le ha pasado alguna vez encontrarse de repente con una idea, un pensamiento, un recuerdo sin saber a cuento de qué y, extrañamente sentir que no forma parte de una/o misma/o.

Por lo que, algo que concebí yo y no supe ubicar, aparece en otra mente. A menudo viajan a la persona más próxima. A veces nos encontramos entonando la misma canción, repitiendo en voz baja una misma frase o mirarse fijamente y preguntar “estás pensando lo mismo que yo”.
Y es que no nos damos cuenta. Somos seres incompletos y desorganizados, para con una/o misma/o. No filtramos, no entrelazamos. Nos pesan demasiado, tanto que las perdemos…
Si esto no fuera más que un escrito simple, sin sentido, de palabras unidas al azar, diría que no existen las casualidades. Aunque eso ya lo propuso Carl Gustav Jung, con su teoría de la
Sincronicidad.
Vivimos en este mundo regalando nuestro ser, lo más valioso que tenemos: la verdadera libertad, las decisiones propias. Nos desnudamos completamente en alma. No tenemos secretos. Hablamos en cualquier lugar y sobre cualquier cosa. Sin preocuparnos, sin poner hincapié en suavizar el tono con el que nos expresamos. Como si nada importara, como si nadie existiera a tu alrededor.
Así que aquí estoy, con un gran cúmulo de sentires y pensamientos abstractos que colisionan entre sí como autos de choque. Los que tienen forma, los racionales, huyeron despavoridos y a contratiempo hacia alguien que, sin duda, los usará adecuadamente o mejor que yo.
El proceso debería ser a la inversa: ahuyentar todo aquello que no nos hace bien, desecharlo.
Parece que le he cogido cariño al desaliento y me acurruco con ellos apostando quién es más atrevida y quién se comporta de una forma más histriónica.
Es tan sencillo como hacer lo que sé que tengo que hacer…
Pero me gusta ser corrupta a veces, e infringir las leyes de la serenidad y la racionalización. Y así darme cuenta de que todas las manías que gasto de perfeccionismo, me convierte en la más pura imperfección.
Dedicado a tod@s l@s cotillas, que últimamente no hacéis otra cosa que meteros en la vida de l@s demás, sin que os demos permiso... Que os den, mucho...
Próximamente, reducción de amig@s en facebook.
Por lo visto no era suficiente con lo que les contaba. Así que lo buscaban en facebook y modificaban la historia.
Ahora mido mucho mis palabras, sé donde tengo que decirlas y a quién decirlas.
Usaré el facebook como ocio, tal y como era cuando creé la cuenta.
Todo lo demás, aquí...
Las cosas que todavía no sabíais.
Hoy no hay besos, pero hay abrazos cálidos.
¡Frió, frío!
Ilusa, pequeña Lola...