Llegaremos hasta donde nos lleve la imaginación.

sábado, 29 de enero de 2011

Mi contador de historias.




Retrocedo en el tiempo y lo congelo, justo en el momento en el que veo mi reflejo en tus ojos color miel, brillantes, como un diamante. Mientras me miras fijamente  y sonriendo me cuentas historias fantásticas. Me acaricias el pelo alborotándomelo, despeinando mis ideas, para creerme tus palabras de fantasía, haciéndome ver que era una de esas princesas de tu cuento.

Anhelo tu calor al abrazarme, al sentarme en tus rodillas y sentirme protegida como si una capa transparente me rodeara. Extraño oírte decir  que soy tu preferida, ver tus ojos brillar y enorgullecerme por ser la única heredera del mayor de tus genes. Gemelos de ojos solía decir, y orgullosa repetía ser la única en la familia de poseerlos, mi “abuelo me los ha regalado” contestaba cuando me preguntaba que a quién los había sacado.

Recuerdo cuando te ayudaba a arar la tierra con una pala de plástico, y al terminar de cavar un hoyo diminuto te decía, “abuelo mira, dentro de poco encontraré agua”. Me dedicabas la sonrisa más tierna que guardabas sólo para mí. En voz alta y mientras me señalabas con el dedo decías repetidas veces “esta niña es mi preferida”.

Ayer no me reconociste la primera vez, aunque creía que sí, quizás se te olvidó. Tu hijo te  pidió que me miraras, y le dijiste que no me habías visto. Sentí un vacío por dentro, se me heló la sangre, se me olvidó respirar durante un instante. Todo se volvió oscuro, me quedé sin memoria, sin vista, sin aire. Sólo podía preguntarme por qué. Cuando conseguí reaccionar me incorporé para que me vieras. Se me inundaron los ojos de lágrimas cuando volvimos a reencontrarnos después de tanto tiempo. No permití que me cayera ni una sola lágrima, elegí verte. “Qué bonita eres, cariño” me dijiste. Estuvimos al menos un minuto mirándonos, estábamos sólo tú y yo en esa habitación repleta de gente. El mundo giraba a nuestro alrededor, pero par nosotros se paró el tiempo. Mi mejor regalo. Me pediste irnos de allí mientras hacías acopio de fuerza para alargarme la mano. “Vamos, tenemos cosas que hacer”. Me sentí tan pequeña… La gente salía de la habitación entre lágrimas, y no entendía por qué. Era lo más hermoso que había vivido. Te cogí de la mano y desee irme contigo a un lugar lejano, donde sólo estuviéramos los dos, donde no existiera el dolor, donde pudieras abrazarme como antaño. Donde te devolvieran el color rosado de tus mejillas, donde te dieran un poco de vida para contarme una y otra vez nuestra historia.

Pero te pierdo. Aún no te has marchado para siempre y ya te echo de menos, quiero que estés siempre a mi lado, como ángel de la guarda que me cubre de estrellas las noches oscuras y me agranda la luna para verte. Formas parte de mi, la simbiosis entre tu corazón y el mío se está apagando. Noto tu dolor en mi pecho, mi sueño es tu sueño y últimamente dormimos poco. Te cesa el aire, la vida, la fuerza, la corriente sanguínea se detiene y a duras penas te bombea el corazón… te estoy perdiendo.

Estás helado y los huesos dejan ver tu enfermedad como el fantasma que te arrastra.
Deseo que dejes de agonizar, que se apague el motor cruel que oxidado te infecta la vida.
Entereza, me digo. Demuéstrale que eres feliz, hazle creer que estamos en otro lugar…


Qué amarga sensación de paredes blancas, olor a desilusión, y a olvido.
Qué amarga sensación de pérdida, qué amarga ésta vida que te pierde.




Me voy diciéndote que te quiero y con un “hasta luego” te sonrío para decirte al oído “nos soñamos”.
Te oigo llorar tras la puerta a la vez que yo, me caen lágrimas ácidas que detengo justo al instante en que vuelvo a entrar. Deseo incorporarme en la cama y quedarme hasta que te duermas, pero no puedo. Te acaricio el pelo, te beso en la mejilla. Te agarro de la mano y te digo que nos vamos. Te peino y te pongo colonia, “tienes que estar guapo”.  Te duermes y me voy.


Quédate conmigo para siempre. Agárrame de la mano cuando salga a buscar mi camino, ilumíname las noches, abrígame si me invierno, abrázame si siento que me pierdo y quédate conmigo para siempre.







Dedicado a mi abuelo. Mi gemelo de ojos.
Te quiero siempre, en todas partes.
Te quiero cerca y en la distancia.



Tu niña Lola



Este obra está bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported

No hay comentarios:

Publicar un comentario