Dejaría perpetuo aquel instante en el que jugamos al amor, mientras nos atrevimos a mirarnos a los ojos fijamente, sin distracciones. Jugamos a decirnos la verdad, temerosas y avergonzadas. Nos dijimos palabras invisibles que se accionan con los besos, con miradas…
Son TE QUIEROS mudos pero expertos, en el arte indomable de olvidarse del resto. Pequeños reflejos de lujuria y desaliento. Sofocos encendidos, arrítmicos. Son ecos, son turbulencias que trastornan nuestro ego insaciable.
Son vocablos que se usan a destiempo y sin venir a cuento. Son verdades que se sienten todo el tiempo, pero dichas en reiteradas ocasiones, sin sorpresa, suena vacías e incompletas. La mente humana… caprichosa.
Nunca olvidaré aquella primera vez, puede que sea la única. Sí, la única. Aunque ahora sintamos con mayor magnitud este amor que no se agota, aquella declaración ya no suena igual.
Fue un regalo, fue la representación real de aquello que adivinamos. Fue como exhalar el suspiro escondido, prohibido. Cesó por unos segundos mi hiperactividad mental. Sólo existíamos tú, yo y el amor…
Calor, sentí una enorme calor por toda mi piel. Tú, imán, provocaste que mi vello, como alfileres, se tensara, los párpados se espaciaron dejando entrever tu rostro con más luz, y las pupilas aumentaron varios milímetros y puede leer entre tus labios o más bien, pude ver como se escapaba de tu boca aquello tan hermoso, pero tan hermoso que dolía. Dolía a sabiendas de que, a pesar de sus repeticiones ya nunca sería igual.
Aquel día naufragué, perdí mi barca, mis remos, perdí mi chaleco salvavidas, me perdí a mí…
Me olvidé de mí. Mi ser estaba formado por un cuerpo inerte, compuesto por un corazón palpitante y no unos ojos, sino una mirada… o dos miradas sin ojos, sólo miradas transparentes. No conseguí perderte de vista. Y creo, que aquel día morí, morí por ti y morí para ti.
Si pudiera volvería a morirme mil veces, para que aquella cara tan hermosa, aquella voz, aquella paz, aquel silencio vibrante y ansioso, aquellos cuerpos, aquel calor simbiótico, aquel parón en el tiempo como en otra dimensión, dejaran de ser recuerdo…
Quiero morirme mil veces para decirte TE QUIERO, que suene como el primero, para que sepas realmente cuánto y cómo TE QUIERO.
Hay que querer, sabiendo querer. Amar, amando.
Besos y abrazos cálidos.
La niña Lola.
(He tenido problemas con la conexión, así que imposible modificar las fuentes)
La niña Lola.
(He tenido problemas con la conexión, así que imposible modificar las fuentes)
Esta obra está bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported
"Aquel día naufragué"...Inmediatamente he recordado estos versos de Cristina Peri Rossi:
ResponderEliminarNo conoce el arte de la navegación
quien no ha bogado en el vientre
de una mujer, remado en ella,
naufragado
y sobrevivido en una de sus playas.
Nietzsche
¿Quién te va a ti a conocer
ResponderEliminaren lo que callas, o en esas
palabras con que lo callas?
El que te busque en la vida
que estás viviendo, no sabe
mas que alusiones de ti,
pretextos donde te escondes.
Ir siguiéndote hacia atrás
en lo que tú has hecho, antes,
sumar acción con sonrisa,
años con nombres, será
ir perdiéndote. Yo no.
Te conocí en la tormenta.
Te conocí, repentina,
en ese desgarramiento
brutal de tiniebla y luz,
donde se revela el fondo
que escapa al día y la noche.
Te vi, me has visto, y ahora,
desnuda ya del equívoco,
de la historia, del pasado,
tú, amazona en la centella,
palpitante de recién
llegada sin esperarte,
eres tan antigua mía,
te conozco tan de tiempo,
que en tu amor cierro los ojos,
y camino sin errar,
a ciegas, sin pedir nada
a esa luz lenta y segura
con que se conocen letras
y formas y se echan cuentas
y se cree que se ve
quién eres tú, mi invisible.
Para mí, estos versos, también hablan del te quiero.
Es realmente acertado, Nietzsche.
Emocionada...
No existe amor, que no haya navegado, bogado, remado, naufragado y/o sobrevivido...
Perfecto. GRACIAS.
Un brazo cálido, cuanto menos eterno, por tus palabras.
Simplemente una dulzura todo lo que escribes...
ResponderEliminar